“Vivimos un período de transición entre la
descomposición de las antiguas identidades de clase y las recomposiciones posibles,
por venir. Los marcos de representación social ya no son útiles. “Clase
obrera”, “ejecutivos”, “clase ”, son
categorías que no dan cuenta, ni de las nuevas imbricaciones entre los obreros
y el resto del salariado (principalmente en el tratamiento de la información),
ni de la segmentación y la división introducida en todo el salariado por el
proceso de precarización del trabajo.”
Jean Lojkine. (*)
(*) Economista
y sociólogo francés .Trabaja desde 1980 los lazos entre mutaciones socio-técnicas y cambios sociopolíticos. En 1992 publico La revolución informacionelle. Paris,
PUF, 1992. (Extraído de la Revista Actuel Marx N 5. Santiago de Chile.)
Nuestro
encuentro de performance denominado ARTE Y TRABAJO/Biopolíticas de la
productividad designa un marco y propuesta curatorial que invita a
pensar/reflexionar las condiciones,
concepciones e implicancias de la condición contemporánea del trabajo.
Bajo ese índice proponemos la realización de obras de performance que aborden
desde su limites las complejidades de ése espacio-escena
actual, ficcionando y ensayando ingresos críticos y creativos (poéticamente
estratégicos o desmedidos) al guion curatorial acá planteado;
ARTE Y TRABAJO.
Extensa,
inconmensurable, desafiante y provocativa, la propuesta del evento busca
estimular obras de performances que pasen de un tautológico conformismo visual,
aquietado y dócil a obras –que en toda su fragilidad y potencia se auto conciban como una
propuesta de carácter político-estética, de orden contemporáneo, estimulantes y
llanas a la discusión filosófica o política.
Obras que jueguen y ficcionen a afilar el ojo-tacto del performista ( y la desmesura de su inventiva) hacia
la escritura corporal y material de un pensamiento respecto a un cuerpo vigilado y castigado, medido y gerenciado
por los juegos de la oferta y la demanda; diezmado baja la simetría económica
del calculo, intercambiado, mediado y medible, anticipado. Obras que aspiren a
pensar y repensar la posibilidad de existencias más allá de la administración
ilimitada de lo propio.
Reflexionar el
trabajo y la operativa de los cuerpos que hoy lo hacen posible, supone
identificarlos bajo otra soberanía, una (post) de lo tecnofinaciero imperial y militar. Un
cuerpo en resistencia, testigo del fin del modelo fordista y la descomposición
de cualquier posible equilibrio que regule la vida y la producción. En Chile el marco del trabajo es tributario de los
discursos de la globalización que el neoliberalismo impuso con brutalidad hace
ya cuatro décadas, replegando al Estado y estableciendo el reino libre para
el management de la programática del capital.
Sus beneficios;
una irrefrenable especulación financiera
y la solidificación de una economía que progresivamente desposee de derechos al
ciudadano (a), esclavo y victima de un patrón de acumulación que se asienta en
la locura y la catástrofe. Su esperanza;
la imbatible terquedad de pensar una política de lo común.
Pensar las Biopolíticas de la Productividad.
Hablar de Biopolíticas supone conceptualizar algunas reflexiones
hechas por M. Foucault respecto a las dimensiones y análisis sobre el poder. Luego,
demanda revisar e investigar también un
conjunto de estrategias y disputas sobre problematizaciones de la vitalidad
humana colectiva, regímenes de autoridad, formas de conocimiento. Tensionar la
legitimidad y eficacia de conceptos en una perspectiva histórica y sociológica.
Estas revisiones buscarían desnaturalizar el presente y activar o construir lazos entre diversos
componentes aparentemente desunidos y desconectados. Se abre así más
posibilidades a lecturas de sentido único que ponen en interrogación los aparentes “discursos de verdad” con que se
narran nuestro acontecer contemporáneos como sujetos sociales y culturales,
siempre en situación y proceso. El giro biopolítico contribuiría a pensar esas
tramas como relaciones sociales en
confrontación y careo. Nada flota en el aire sino que responde a relaciones de
fuerza, movilizadas por agentes, autoridades de gobiernos, expertos,
organizaciones internacionales, etc. Su importancia no está en la simple
causalidad de sus relaciones sino en los
específicos efectos de conjunto que modelan y configuran los dispositivos de
poder. La Productividad como idea fuerza, es también un ideologema, un modo,
una forma, un orden, una manera, un cierto tipo de cuerpo, una concepción, una
razón, una zona biopolítica en definitiva.
¿Qué significa
ser productivos? ¿Qué connota la idea de productividad? ¿Qué encierra conceptos como optimización,
emprendimiento, iniciativa, efectividad, compromiso, riesgo, sacrificio, red?
Etc. Hay toda una gubernamentabilidad que tiene en éstos conceptos afianzada su
veridicción, generando políticas,
discursos e indicadores, leyes, epistemologías que tienen al MERCADO como un
lugar donde se produce VERDAD y
racionalidad. Se estatiza al capital y al espectáculo del consumo, desvaneciendo la materialidad reflexiva hacia
la pura exhibición calculada de la
superficie, para desfondar así la idea de comunidad y pauperizar la existencia.
El cuerpo biopolítico entonces está embriagado
de una idea de flotación global, es un órgano descentrado y ajustable,
condenado solo al gasto y al vacío prematuro y solo destino del terror, que no
puede olvidar la obediencia ni la propiedad. Se esperanza en la felicidad efímera
de la virtud y la producción, su estructura terapéutica es la disciplina. Su
cuerpo tiene uso de herramienta y comunicación y aspira mayoritariamente a
mantener el bien de lo igual, protegiéndose de las diferencias. El terror
reclama belleza y la estética la utiliza como ornamentación para adelgazar su potencial
critico. El cuerpo biopolítico imagina el divorcio colectivo como algo útil y prospero.
Es funcional entonces a una ciudad
despolitizada y a la concentración corporativa del poder.
Algunas notas sobre la condición contemporánea del trabajo.
La nueva
economía de la contemporaneidad ha generado también nuevas pobrezas, pobreza
extensiva que suma a su caudal grandes masas humanas: jóvenes, cesantes,
migrantes, mujeres. Por otro lado y en general
la situación de los trabajadores
queda dependiendo de las fluctuaciones del mercado y la competencia
feroz genera una mirada paranoica y de sospecha hacia el otro que busca
trabajo. Se degrada la existencia así también la esperanza en un mejor futuro .Hoy
más que nunca las masas laborales se encuentran fragilizadas en lo que a sus
derechos fundamentales se refiere. La concomitancia de poderes políticos acá es
evidente. El horizonte del trabajador actual es el desasosiego y la
intranquilidad de saber que el porvenir no esta asegurado para nada. Encerrado
en el trabajo o en la constante búsqueda de este solo le queda vivir en el cálculo
de la supervivencia. Estas subjetivas y nuevas formas de dominación modelan un
estado de sometimiento y sumisión. Se instala un “Así es la vida” frente a
condiciones de precariedad e inseguridad que incide también en una
desmoralización colectiva que resuena en la indolencia ciudadana y la
desmovilización política. Hay toda una inseguridad asentada sobre
manipulaciones organizadas y racionales que hacen fácil y expeditas
explotaciones a nivel internacional (Cadenas de comida rápida, de supermercados
etc.).
Las
comunicaciones son un espacio hoy estratégico, re codifican de otro modo el
espacio laboral. Se individualiza la relación
del trabajador con el trabajo para
aislarlo y sacarlo de lo colectivo integrándolo de forma totalitaria al
“espíritu empresarial” asignándole horarios variables y sacándolo completamente de las relaciones de
producción. El manejo de la comunicación y
sus tecnologías de información se suman para constituir un trabajador ideal, que está siempre disponible, que consagra
incluso parte de su tiempo libre a capacitarse/formarse para una mayor
rentabilidad. Activa una extraña cercanía a quienes lo explotan y puede trabajar
mas horas-a veces, incluso, gratuitamente, para salvaguardar su existencia. En
estos cuadros parece difícil organizarse cuando la atomización de la
explotación se fundamenta en hacer sentir que el trabajo por precario y
temporal que sea, es un privilegio.
La palabra
solidaridad podría en su potencia hacer reflexionar frente a los cuadros de
precariedad laboral. Las nuevas luchas colectivas hacen ya sonar sus músicas
dispersas en base a la revalorización de las identidades del trabajo que reparan las heridas de los lazos
resquebrajaos por las condiciones de vida en la ya larga noche neoliberal.
Samuel Ibarra Covarrubias.
Curador
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